TESTIMONIOS DEL PRESENTE, Antología poética

 

14x20, 152 pag.

 

Octubre de 2008. Arte de tapa: Óleo de Mónica Caputo.

Poetas: Héctor Miguel Ángeli, Rubén Balseiro, Santiago Bao, Gino Bencivenga, Luis Raúl Calvo, Mónica Caputo, Carlos Norberto Carbone, Susana Cattaneo, Silvia Marina Crespo, Domingo De Cristofaro, Marta Dulce, Jorge Luis Estrella, Héctor Faga, Roberto Glorioso, Amadeo Gravino, Jorge Hirsch, Carlos Kuraiem, Alicia Grinbank, Susana Lamaison, Hilda Mans, Élida Manselli, José Martínez-Bargiela, Graciela Maturo, Raúl Pérez Arias, Alberto Luis Ponzo, Horacio Preler, Ricardo Rubio, Enrique Sandri, Gustavo Soler, José Emilio Tallarico, Gustavo Tisocco, Amanda Tomalino y Andrés Utello.

MINUCIOSA LLOVIZNA, poemas de Domingo De Cristófaro

14x20, 24 pag.

Poesía (2006).

ICOSAEDRO, antología poética argentina

Icosaedro, antología de poetas argentinos.

14x20, 128 pag.

Antología de poetas argentinos (2007) que incluye los siguiente autores:

Norberto Alessio, Gabriela Antón, Gladys Edich Barbosa Ehraije, Norberto Barleand, Gino Bencivenga, Mónica Caputo, Norberto Corti, Silvia Marina Crespo, Domingo De Cristófaro, Nélida Delbonis, María Amelia Diaz, Celestina Di Biasi, Jorge Luis Estrella, Miguel Ángel González, Carlos Kuraiem, José Martínez-Bargiela, Elvira Otero, Raúl Pérez Arias, Ricardo Rubio y Andrés Utello.

PALABRAS DE PRESENTACIÓN:

Entre tantas aproximaciones vertidas a través de los siglos acerca de la poesía o de su concepto, no pretenderé agregar ahora algo novedoso que ilustre o justifique la presente edición; no podría advertir que mi especulación fuera realmente nueva, pues no las he leído todas, creo que nadie lo ha hecho; además, la sola lectura no garantiza el recuerdo de lo leído, de modo que prefiero dejar las cosas en su sitio y unirme a ciertas propuestas estéticas dadas, que están en curso; en virtud de no repetir, sólo encuentro la necesidad de manifestar que los poemas impresos a continuación son en su mayoría inéditos y pertenecen a los integrantes actuales del Grupo Literario La Luna Que, a treinta y dos años de su fundación. Distintos tonos, distintas trayectorias, distintas experimentaciones y voces con el común denominador de la búsqueda y la superación. Quienes integramos las páginas de este libro, coincidimos más en los aspectos éticos que en los estéticos. Decir que en estos tiempos la unión de un conjunto de poetas depende de aproximaciones de elección o gusto es tan mendaz como suponerlo calladamente y pretender aceptarlo. Sólo las coincidencias de orden ético son capaces de fusionar, ligar o estrechar vínculos que serán, con el avance del tiempo, difíciles de abatir. Las otras, las uniones dadas sólo por coincidencias estéticas, se extienden el lapso necesario para que algunos de sus integrantes se destaquen por hipotéticos méritos por sobre el resto y no encuentren el cobijo a sus presuntas medidas. Este imaginario plus ultra no es otra cosa que vanidad, cosa común y del diario suceder, mucho más frecuente que el talento. Creer trascendidas las posibilidades de otros es lo que sucede habitualmente entre las personas. Resulta difícil conciliar este aspecto en poesía, donde algunos privan la forma y otros el concepto, unos imitan las traducciones norteamericanas, otros, las francesas, y, aun otros, creen que es posible crecer en las castellanas; y se hallan, también, quienes respetan una voz impropia, cacofónica, reiterada, adocenada, por el simple hecho de que así brotó de sus inspiraciones y los que, contrariamente, fatigan lápices y escritorios con la incesante corrección. Quien es despojado y practica la síntesis extrema difícilmente se sienta atraído por la abundancia verbal, de modo que reprueba los circunloquios, las perífrasis, las divagaciones y quizá hasta las metáforas; quien, por el contrario, hace alarde de manantial generoso en el decir y lo practica, siente en modo inverso. Es necesaria una mirada amplia, despojada de preconceptos, rica en elasticidad y criterio, y un altruismo afirmado en la perspectiva y no en la decepción.

Ricardo Rubio


PRÓLOGO: LAS CARAS DEL ICOSAEDRO

Entre tantas aproximaciones vertidas a través de los siglos acerca de la poesía o de su concepto, no pretenderé agregar ahora algo novedoso que ilustre o justifique la presente edición; no podría advertir que mi especulación fuera realmente nueva, pues no las he leído todas, creo que nadie lo ha hecho; además, la sola lectura no garantiza el recuerdo de lo leído, de modo que prefiero dejar las cosas en su sitio y unirme a ciertas propuestas estéticas dadas, que están en curso; en virtud de no repetir, sólo encuentro la necesidad de manifestar que los poemas impresos a continuación son en su mayoría inéditos y pertenecen a los integrantes actuales del Grupo Literario La Luna Que, a treinta y dos años de su fundación. Distintos tonos, distintas trayectorias, distintas experimentaciones y voces con el común denominador de la búsqueda y la superación. Quienes integramos las páginas de este libro, coincidimos más en los aspectos éticos que en los estéticos. Decir que en estos tiempos la unión de un conjunto de poetas depende de aproximaciones de elección o gusto es tan mendaz como suponerlo calladamente y pretender aceptarlo. Sólo las coincidencias de orden ético son capaces de fusionar, ligar o estrechar vínculos que serán, con el avance del tiempo, difíciles de abatir. Las otras, las uniones dadas sólo por coincidencias estéticas, se extienden el lapso necesario para que algunos de sus integrantes se destaquen por hipotéticos méritos por sobre el resto y no encuentren el cobijo a sus presuntas medidas. Este imaginario plus ultra no es otra cosa que vanidad, cosa común y del diario suceder, mucho más frecuente que el talento. Creer trascendidas las posibilidades de otros es lo que sucede habitualmente entre las personas. Resulta difícil conciliar este aspecto en poesía, donde algunos privan la forma y otros el concepto, unos imitan las traducciones norteamericanas, otros, las francesas, y, aun otros, creen que es posible crecer en las castellanas; y se hallan, también, quienes respetan una voz impropia, cacofónica, reiterada, adocenada, por el simple hecho de que así brotó de sus inspiraciones y los que, contrariamente, fatigan lápices y escritorios con la incesante corrección. Quien es despojado y practica la síntesis extrema difícilmente se sienta atraído por la abundancia verbal, de modo que reprueba los circunloquios, las perífrasis, las divagaciones y quizá hasta las metáforas; quien, por el contrario, hace alarde de manantial generoso en el decir y lo practica, siente en modo inverso. Es necesaria una mirada amplia, despojada de preconceptos, rica en elasticidad y criterio, y un altruismo afirmado en la perspectiva y no en la decepción.

He aquí las caras del icosaedro.

Ricardo Rubio

COTRATAPA: En circunstancias de crisis o de agonía de valores, en los que la coherencia tiende a desaparecer, los procesos éticos se subvierten y configuran un sistema letárgico de convivencia. El desconcierto de orden reconstructivo, propuesto por las últimas contorsiones de la posmodernidad, afectó a la manifestación artística del mismo modo en que afectó a la sociedad toda.

Históricamente, los momentos sociales de mayor fricción de nuestra sufrida humanidad fueron provocadores de vanguardias de todo orden y de verificado aporte cultural, a saber: mayor profundidad, mejores análisis, crítica virtuosa.

No sucede así en estos tiempos. Por el contrario, la globalización tiende a la manipulación literaria apagándola con facilismos que, hincados en el mal gusto y la  puerilidad, expenderá por millones, ya que, correlativamente, no se instruye para el desarrollo del intelecto. Sin un proyecto, desaparece el sentido que mantiene con vida al estímulo creativo.

Además de nuestros continuados esfuerzos en lo personal, la fruición por el arte del decir nos lleva a otra lucha, aquella que nos es posible ejercer con la palabra del modo más eficaz que esté al alcance de nuestra pluma, que pugne por una nueva era que conozca la madurez.

Después de tantos fracasos, nuestra resistencia es continuar, acaso esperanzados por el mito del fénix, soportar las sucesivas ineficacias culturales y declararnos gregarios a través de un trabajo constante con la palabra y con el estudio riguroso y crítico de sus particularidades.

Ricardo Rubio