HOJAS ELEMENTALES, de Andrés Utello

12x20, 40 pag.

Poesía (1998).

Arte de tapa e ilustraciones interiores de Ricardo Burgos.

SUSPIROS EN LA CERCA, de María Laura Guevara

Maria Laura Guevara

14x20, 112 pag.

Poesía (2010).

COMENTARIO EN CONTRATAPA DE Andrés Utello:

La poesía es una forma de vivir en este mundo, una manera de nombrar y de pintar aquello que queremos rescatar para siempre. Ese es el hallazgo de María Laura Guevara, construir un hecho literario con su pueblo, llevarlo a nuestra imaginación y elevarlo a la categoría del recuerdo. Sonidos del monte, palabras que se escuchan más allá de la tarde, la posibilidad de abandonar el dolor en la memoria y cantarle a la vida con los ojos abiertos.

Andrés Utello

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María Laura Guevara nació y vive en San Marcos Sierras.
Editó “San Marcos Sierras del ayer y “Cuentos para leer en San Marcos”.
Tiene en preparación dos libros: la novela “Magdala”, de próxima
aparición, y “San Marcos Sierras del ayer”, Tomo II.
Es miembro activo de la SADE Córdoba. Parte de su obra se encuentra en diversas antologías.

 

PRÓLOGO de la autora:

Llueve intensamente en “El Rincón” en San Marcos Sierras, podría decir que diluvia y acabo de hacer la última poesía para este libro que, precisamente, se refiere a la lluvia, junto a otras que hice en un cierto tiempo.  Podría decir que escribo estas palabras en un día en que cae, lo que para este pueblo es una bendición del cielo, ojalá este libro sea bendecido.
Alguien cuando escribe, muchas veces no se da cuenta de lo que escribe.  Repasando, percibo que he dejado en ellas, parte de mi misma.  Mis recuerdos, mis horas de duelo, mi soledad y toda la alegría de ser hija de este pueblo y haber vivido sus estaciones tal como son hermosas, cargadas de un cierto misterio, como aquel viento norte “que trae ondas    que decaen”  o el crepúsculo de ese “invierno” cargado de una paz absoluta que sólo aquí, se puede encontrar.  No quedan atrás la sierra y la quebrada como telón de fondo en las noches de Verano, de aquellos veranos, con rumor a mar de los maizales, y el perfume de la fruta de las chacras cercanas, cuando la familia campesina era un festival de armonía.  Está a la vista, no he podido escapar del pasado.
Toda mi esencia, que es esta naturaleza que me rodea, lo que me ha impresionado vivamente: desencuentros, desilusiones, sueños inalcanzables, historias que me contaron, han quedado reflejados en mis versos.  Los acápites son dedicados al lector.  Una recreación en fragmentos de la inspiración de muy buenos poetas y pensadores contemporáneos hasta los que vivieron antes de la Era Cristiana.
“Un volumen de versos no es otra cosa que una sucesión de ejercicios mágicos.  El modesto hechicero hace lo que puede con sus modestos medios” escribió Jorge Luis Borges.  Esto es lo que ha sucedido.  Por eso, humildemente, me atrevo a editar este libro.

María  Laura Guevara – Abril / 2010.

RELÁMPAGOS, de Andrés Utello

Relampagos

14x20, 72 pag.

Poesia (1996).

AGUA FUERTE, de Andrés Utello

Andrés Utello

14x20, 56 pag.

Poesía (2001).

PRÓLOGO de Ester de Izaguirre

Asombra la belleza de esta poesía no conceptual, no objetiva, que no alude a nada externo y visible, aunque aquí y allá encontremos sustantivos que nos abren caminos, como esas luciérnagas que nos van indicando con sus breves destellos la dirección de su vuelo. “In Memoriam” es un canto que nos eleva a la dimensión en la que el amigo Eleuterio Dávila “hace círculos con su cuerpo / duerme y su caja de vino / se llena de luna. / Siete zafiros guardan su sueño / negros dragones / mueven la niebla. / El viejo amigo descansa / y su cara de niño / sonríe como un río, / de sus ojos saltan peces infinitos, / centauros de fuego/ pájaros de sal. / Dos viejas comadres / de un pueblo desierto / juntan flores azules / para el amigo / eterno”. Y asombra, repito, en madurez y en belleza de sus cantos, en su fecunda manera de inventar el lenguaje: “Con mayores o menores nudos / como un algarrobo /  en su dureza levantado, / en su sequedad / de mirar el desierto / de andar olvidado de andar / de ser una piedra. / Como un algarrobo / florecido / musical / despierto. / Con mayores / o menores nudos / intacto / atento / bueno / Para tanta soledad /  de invierno”.
Y a qué le canta Andrés Utello en este poema. No hay un yo explícito. Si lo imaginamos, ese yo es compartido con el paisaje y plenificado por la metáfora ¿es el yo poético o el paisaje el que ostenta soledad en invierno?
Como si fuera un amuleto, un traje que se lleva consigo para ser utilizado en el instante preciso se pregunta:
“dónde pondré mi muerte / cuando llueva”
Augural, premonitorio “Y ahora que oscurece / poco importan tantas cosas”, no importa el oído “ni el sonido del río” ni el olfato “ni el olor del verde mojado” ni el tacto “ni presagio de tanta frescura”, importan los ojos “oscurece y el camino / es todo monte…”. Se impone la metáfora: luz-vida.
En VI armonizan espacio y tiempo. Ejemplo: “A la hora de los cerros azules / alguien regresa” … “Hora de pájaros / Partir / a nuevos mundos”.
La armonía de un poema suele no surgir de un sustantivo o de un adjetivo, de un verbo, o del ritmo que otorgue color o movimiento tampoco. Está en el sentimiento del lector provocado por el sentimiento del poeta. El sentimiento del lector es una respuesta acorde con la apelación de las palabras del poeta, a las órdenes de su intuición creadora. Y así todas las imágenes, voces, silencios, adjetivos, sustantivos, pausas, son traducidos, en la lectura por la subjetividad del lector y por su capacidad de concordar (cor – cordis – corazón – sentimiento).
¿Dónde está la magia de este poema “VII”?:  “Un poco de beber / compañero / un poco de beber / en estas manos. / Pasa la noche / y el quebracho es / llama viva / es fragilidad / que anda por la casa / es lluvia / que habita en tu mirada. / Pasa toda la noche / y el universo / se estira y se contrae / en un instante. / Pasan todas las noches / arde la madera / y piensa”. La magia está en la imagen  sorpresiva “en estas manos”. En la alusión al tiempo y a la noche-metáfora “Pasa la noche”. En la alusión al ara de sacrificio del árbol vivo “y el quebracho es rama viva”.
En la insólita imagen “pasa la noche / por la casa” anda por la casa el sahumerio del sacrificio y de pronto: no calor, no fuego, sino frescura: “es lluvia / en tu mirada” y finalmente: “arde la madera / y piensa”. Quién piensa ¿el compañero? no, “piensa la madera”, y a partir de esta aseveración hay una indefinida cadena de sentimientos provocada por las últimas palabras. Pero esos sentimientos ya no se concretan en palabras, quedan en la sensación del recreador. Perfecta comunión la de la palabra escrita y la recreada.
A veces el “motivo elevante” son los términos inesperados “el pequeño Gerónimo  / toca la mañana/ … / Unos picaflores aman de rojo. / y el niño huele a despierto”.
Hay cantos desde la ciudad y desde el campo.  La poesía de Andrés Utello está hecha de caminos, de espinillos, de huertos, de jazmines, ramas, vino de miel, semillas de mistol, de tierra, picaflores, de calandria y quebrachales, cañas, pedregales y pájaros, algarrobos y moras, es decir está hecha de monte.
La distancia de la palabra hasta su significado último está dada como en ningún poema de Utello en “Antitiempos menores”: “El tiempo del deseo / es como un niño / desnudo / riendo. // El tiempo del olvido / es un tren / cruzando / una salina. // El tiempo del encuentro / es el único limón / del limonero”.
Cuál es la relación entre el tiempo del deseo y un niño desnudo riendo: lo que busca el deseo, ordenado por la especie, es la procreación y he ahí la imagen infantil, o bien el deseo es la simple maravilla de contemplar la inocencia feliz desnuda de abalorios. O la belleza que sugiere todo comienzo. Y los otros magníficos versos: “El tiempo del olvido /  es un tren / cruzando una salina”. Y pueden sugerir el “vacío blanco del no estás”, “la nada del verdor”. En “Puma”, siempre en la naturaleza el grito primario de despertar a la primavera y la gran metáfora de “Tomas Apócrifo”: “doce gorriones / a la orilla de un río / que ya no existe. / El valor de una certeza /, Barro,  / pero con alas”. Sólo un gran poeta pudo encontrarle alas al barro
“Kybalión” tiene el contenido de la copla, “De la trampa perfecta / de los astros / sólo tus ojos /  comprendo”. Y luego, qué cierre para  un libro de poemas. “El poeta despertó con el viento”.
Difícil captar con las tenacillas de la crítica, al corazón de la belleza. Los que pretendemos analizar el poema nos quedaremos siempre en los arrabales de su hondura. Es el caso de haber querido analizar Agua Fuerte cuando todos debiéramos leerlo en una comunión de silencio.

Ester de Izaguirre

ENTRECUERPOS, de Andrés Utello

Andres Utello

13x19, 60 pag.

Poesía (1984).

Arte de tapa: Eduardo Kolaitis.

Leyenda editorial: L.L.Q.S.C.C.L.B. (La Luna Que Se Cortó Con La Botella)

SÉPTIMA NOTA, de Susana Miranda

Séptima nota

14x29, 60 pag.

Poesías (2007).

PRÓLOGO de Andrés Utello:

El asombro: Fundamento de la poesía

De los elementos esenciales del poema, hoy quiero señalar al asombro. Sin él no llegaríamos a la poesía, sin él, no descubriríamos la revelación que esconde cada palabra; el valor del lenguaje lúcido que protege el verbo.
El arte es lo que es, porque nos detiene del cotidiano devenir y nos regresa a un tiempo arquetípico, donde abandonamos lo sucesivo y nos impregnamos de eternidad.
Susana Miranda persigue este lenguaje, ella misma es el asombro, el lector descubre inmediatamente, que la poeta describe un mundo nuevo, que se desnuda en su lenguaje y nos incita a recorrer un paisaje sencillo y natural.
Ese es el  mérito de la poeta serrana que nos invita a compartir  este trabajo, su primer poemario; una poeta precisa y espontánea, de eficaces intentos rítmicos y genuino grito.
La séptima nota, ingresa a la poesía con un sí claro de aceptación, de trabajo serio y humano, de ganas de poblar un mundo sensible  y maravilloso.

Andrés Utello – San Marcos Sierras, invierno, 2007.

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CONTRATAPA, por Ricardo Rubio:

Con ajustada síntesis y vocablos precisos,  Susana Miranda no evita traslucir el horizonte secreto; la reflexión existencialista emerge desde un fondo melancólico que desnuda los sinsabores que se ciernen sobre el destino.
Su palabra poética, hebra de emoción, devela los silencios, descubre la agitación que suscita el equilibrio, el si liberador, la séptima nota que, a la vez, significa y canta.
Aunque su poesía sugiera las formas del intimismo, el humanismo la convoca; su voz surge compartida, pese a la escisión que le deja observar el gregario mundo que siempre es de los otros.   Este modo de expresión se recrea con imágenes bucólicas cristalinas —del color de la mies—, con el tono sutil del vuelo y con una levedad casi corporal.
Emotivos, leales, prístinos, los poemas de Séptima nota no buscan la revelación que la autora ya posee, sino la moderación del ánimo, y la energía y la entereza que le permitan respirar.
Ricardo Rubio

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SUSANA BEATRIZ MIRANDA nació en el verano de 1962, en Villa Dolores, provincia de Córdoba. Publicó varias plaquetas y el cauderno de poesía «El límite de tu voz». Su obra aparece en la antología «Poemas de la Sierra Grande» (     ). Este es su primer poemario.

ENEBRO, de Andrés Utello

Enebro, poemas de Andrés Utello

14x20, 76 pag.

Poemas de Andrés Utello. Arte de tapa de Ricardo Burgos. (2005)

EQUINOCCIAL, de Amanda Tomalino

Equinoccial, poemas de Amanda Tomalino

13,5×21, 124 pag.

Poemas de Amanda Tomalino (San Marcos Sierras, Córdoba).

LIMINAR por

Andrés Utello, Rodolfo Bracelli y Alberto Luis Ponzo.

El lenguaje poético pertenece a aquellos que intentan diferenciarse de un mundo masificado y adormecido.
Acceder al lenguaje poético es el desafío que Amanda acepta con sostenida pasión y palpitantes aciertos.
Su poesía es fresca y ágil, con sentencias cortas que se apoyan, generalmente, en lo bravío del monte y en el despliegue cromático del paisaje. Ella cruza el umbral del silencio y luchará por su voz por el tiempo.

Andrés Utello
¿Hará falta decir, anticipar, que su poesía tiene el semblante del aire de San Marcos Sierras?
¿Hará falta agregar que este libro, lejos de los ruidos que no son sonidos, lejos de vidrieras, frivolidades y urgencias, permite perpetuar la pulseada de las pulseadas?
¿Hará falta explicar, que en su pulseada, de un lado están los misiles, los hacedores de la nueva exclavitud, los suicidadores del planeta y, del otro, los porfiados, denodados, hacedores de sueños?

Rodolfo Braceli

No estamos frente a un libro de poemas que podamos explicar. Lo inexplicable en su poesía es la «evidencia de la realidad» sin los aparatos de la retórica tradicional.
Entonces… ¿Dónde queda el lugar para los otros sistemas de apreciación poética?
Ella confía en las cosas que tienen una nueva significación y les da la voz que le transmite sólo la naturaleza.
Por eso, en cada uno de sus poemas está vivo el lenguaje y ella misma da idea de todo lo vivido: «Toda la tarde / crecieron voces / preguntando / por las cosas que queremos.»
También en su lenguaje se suceden las mutaciones más expresivas y sorprendentes que a veces se escuchan en otras dimensiones, como: «Esas flores que se abren / sobre los días / de puro ser / silenciosas.»
Sus poemas pocas veces exceden las diez líneas, como si dentro de esa rigurosa construcción fuera mejor contener la maravilla del mundo y captar hasta el silencio.

Alberto Luis Ponzo

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CARTA DE ROBERTO DI VITA

Bs. As. Agosto de 2012

Este implacable agosto con sus aguaceros temibles, me tienen de herrumbre Amanda y decido toda esta tarde a releer los dos poemarios que generosamente me hiciste llegar desde tu San Marcos Sierras, Córdoba.

Ese San Marcos que supimos llenar de poemas, en recitales y encuentros en esa hermosa Escuela, con su patio abierto a la Luna y sus plantas florecidas en esas mañanas, que nos convocaban a la amistad de los versos.

A tantos hermanos poetas de los cuatro puntos cardinales del país. Casi como un ritual que no efectuaba desde hacia tiempo, escribo en mi portátil rémington 15, por el gusto de escuchar sus teclas, tecleando estas palabras del corazón hacia tus poemarios.

(luego las pasaré a la computadora).

Lo hago porque si, como una ofrenda a la ofrenda de tus libros.

Ahora que la lluvia me tiene aquí cobijado y con dos gatas mías, que me dictan este comentario. Que puedo decir de tu “Equinoccial”. Amiga, Amanda. Andando lejos con tus poemas.

Que tu Equinoccial, libro, me hacen añorar que venga pronto setiembre y marzo, para que los días sean iguales de bellos a las noches templadas.

Que tu Equinoccial, me conmueve con eso tuyo de “Donde quiera  / Que vaya   estoy volviendo”… y “Existir”, para que digas “Aquí  puedo nacer / y ser sal con lo que queda

de mis manos». Y que suscribas que en un país llamado Agosto…..puede que se encuentre    “Una ronda   de pan   en la ventana”.

Y de tu poema  Troya, que digas…. “con los colores,  /   del  peligro.     Con fantasmas y espadas. / Mayúscula de mujer»…   Ella la que se juega de amor y los poderosos no saben más que desatar la guerra y el exterminio.

Y luego paso a tu libro “El cuerpo infinito”, y yo que tengo sed de trenes, me digas “Pasa el tren. /  Pero un tren    no alcanza  /    para contar la historia…” Tantos parajes robados de tren saben de ello… y tus pobladores lo saben Amanda.

Y desde tus sierras, sabes que…”Mas allá  /   se alza el mar  /  con sus ojos redondos  /  desvelados”. Y también sabes que… “En cada fruta /   hay un río…”   y luego te dedicas a poemar diciendo…”Que haya pan /   y mucha piedad   en las estrellas”….y Me encuentro con esta “Perspectiva” de… “Cada hombre /   es un  verso,…/ un fragmento libre /  en la tierra /    vacía » Y luego comprobar que…”todos los caminos se irán/…. Por el hombro sereno /   de   la  tarde”.

Mi juicio Amanda, no es otro que celebrar tus dos libros, que contiene bellos poemas y que dan ganas de viajar con ellos, a lo equinoccial de la vida y de la humanidad.

                                                                                                                                                                     Roberto Di Vita