PRESAGIOS DE GUERRA, de Carlos Kuraiem

14x20, 64 pag.

Poesía (1983).

Presagios de Guerra – 2 de Abril de 1982. Poemas escritos entre los días 2, 3 y 4 de abril de 1982. Incluye Imágenes fotográficas de las pintadas callejeras tomadas por el fotógrafo Lucio Consentido.

PRÓLOGO, por Omar Cao

 

Omar Cao

Punto y coma / zapatilla de goma / el que no se escondió / se embroma.

Era en las tardes de verano y era un juego de chicos; no podíamos saber que andando el tiempo descubriríamos que la antigua e inofensiva fórmula infantil era usada sin contemplaciones en arte por los mediocres, por los irresolutos y por los que no confían en la capacidad de la gente y por ello pasan la vida lamentando supuestas conjuras en torno suyo.

Este es un libro que, a pesar de todo; no cree que la coplita de niños pueda aplicarse al arte. Hay en él profundos desniveles, su técnica no es perfecta. Tiene por momentos una amarga ironía, demasiado dolor; es contradictorio como este tiempo que nos ha tocado vivir, hay una profunda voluntad de poesía, por momentos, de la más autentica, que nace del choque con la dureza de la realidad y de la necesidad de comprenderla.

Es inútil buscar aquí complacencia en la belleza gratuita; todo apunta en la misma dirección; a veces un sarcasmo doloroso; a veces una esperanza casi ingenua, estos poemas de Carlos Kuraiem van hacia la gente con la decisión del diálogo; no se esconden, tratan por el contrario de mostrar revitalizada, nuestra realidad -dura pero tangible- inevitable pero modificable en base a esfuerzo y voluntad como los que aquí se reflejan.

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Kuraiem, por Mary Herrera

«ALGO HICIMOS«,  por Carlos Kuraiem.

Breve historia sobre la portada de mi libro Poemas de la Guerra 2 de abril de 1982:

Con el fotógrafo Lucio Consentino, tuvimos que planificar toda la escena para capturar la imagen. En el país había estado de sitio: mataban, torturaban, compraban periodistas (muchos se ofrecían gratis) y, obviamente, estaba prohibido tomar fotografías de los edificios públicos. Los dos, Lucio y yo, cruzamos por la vereda de la Plaza de Mayo, charlando como un par de turistas distraídos, en dirección al Banco Nación. Yo iba del lado del cordón tapando a Lucio que en un tris gatillara para tomar la foto de tapa, podría hacerlo una sola vez. Su cámara estaba a la altura de mi hombro y avanzamos sin perder el paso. El resultado fue esa imagen tétrica, alargada de los granaderos, un par de personas deslizándose y la Casa Rosada. Y como Lucio tenía dudas con el cielo (y ya no podíamos repetir la toma) fuimos a Plaza Congreso, donde alborotamos a las palomas, que se dispersaron en lo alto, quedando como si semejaran helicópteros o aviones. En el laboratorio de Lucio, «dibujando con la luz», realizamos el ensamble de las dos imágenes.
Los poemas los escribí entre los días 2, 3 y 4 de abril de 1982, antes de su edición (en Marzo de 1983) fueron leídos por Eduardo Aliverti, en su columna radial, en un encuentro organizado por la Revista Pan Caliente -donde había una fotocopiadora a disposición de los poetas para duplicar los escritos y repartirlos- y en varias Bibliotecas Populares de Capital Federal y del Conurbano.