EL MIRADOR DE LA CULTURA Nº 0, Revista de Arte y Cultura

17x21, 32 pag.

Revista de Arte y Cultura. Director: Raúl Pérez Arias.

Intervienen: Beatriz Allocati, Dardo Barroso, Estela Berrenechea, Daniel Battilana, Orlando Van Bredam, Gino Bencivenga, Mónica Caputo, Gladys Cepeda, Jorge Luis Estrella, Juan Paz, Carlos Pensa, Mirta Pin, Ricardo Rubio y Eugenio Toloza.

Marzo de 2008.

Arte de tapa: Silvia Marina Crespo.

QUÉ Y OTRAS CIRCUNSTANCIAS, de Raúl Pérez Arias

 

14x20, 64 pag.

Poesía (2o10).

Leyenda editorial: El Mirador de la Cultura.

Arte de tapa: Adrián Giacchetti.

LA INMOVILIDAD DE LOS RUIDOS, de Raúl Pérez Arias

14x20, 64 pag.

 

Poesía, 2007.

Arte de tapa: Adrián Giachetti.

 

Raúl Pérez Arias

Raúl Pérez Arias nació en el barrio de Mataderos en 1956. Fue fundador de la Cooperativa de Arte «Cultura con todos» y co-fundador del Centro Cultural «Amigos del Arte». Partes de su obra se encuentran en diversas antologías, dentro y fuera del país. Dirigió las revistas literarias «Látigo de fuego», «La antorcha literaria» y «Emergiendo», y los grupos reunidos bajo el mismo nombre. Dirigió los programas radiales «Horizonte de cultura» y «Emergiendo en FM Destino».
Pese a una profusa creación poética de más de treinta años, «La inmovilidad de los ruidos»
es su primer poemario. Colabora en el diario «Somos», y en las revistas literarias «Polígono de Cuentistas y Poetas» y «Amaru». Integra La Luna Que desde 2005.

LIMINAR, de Ricardo Rubio

La inmovilidad de los ruidos procede de largos años de trabajo en los que la alegría y el sinsabor se intercalaron, como es costumbre, en los renglones de la vida cotidiana. Parte de estas fricciones, ceñidas a uno y develadas aquí, se recuerdan ahora como sonidos lejanos que provocan la cavilación y el repaso. Nostálgicos, sí, estos versos que, sin duda, acabalan su existencia en el bagaje emocional, en la feliz entrega de la sangre, sin artificios, y respondiendo a la antigua necesidad de que, alguna vez, surgiera por fin el primer libro individual de un poeta vitalicio de la palabra.
Pese a lo que pudiera imaginarse, Raúl Pérez Arias enfrenta estas páginas con un tono llano y pausado, sin los estremecimientos propios de las primeras cosas; acaso las experiencias sobre el asfalto, sobre el trabajo y sobre el papel le dieron la serenidad y el aplomo necesarios para abrirse camino con este grupo de poemas —más recientes que lejanos— sin la estridencia acostumbrada por los noveles ni con los tropiezos propios de la ansiedad. La inmovilidad de los ruidos es un libro reposado, memorioso, alusivo, cargado de emociones francas, claras y espontáneas, de evocaciones sinceras, de amor contundente, con una mirada cordial, madura y casi romántica del pasado.  Mirada que se expande hacia dentro, más allá de las fronteras psíquicas; y, en el universo objetivo, más allá de las fronteras políticas, conservando, en ambos casos, un acento porteñísi-mo, con un Buenos Aires añorado, aun sin aban-donarlo jamás.
Estas remembranzas, aparecidas en lo inmediato de la psiquis, se explayan -se confortan- con la inmovilidad de los ruidos, y, más allá de toda incursión sonora, esta elaboración literaria crece como una lenta sucesión de imágenes sosegadas, silenciosas, tácitas.

Ricardo Rubio