CRÓNICAS DE LA INFANCIA, de Amadeo Gravino

11x16, 32 pag.

Poesía.

VARIACIONES SOBRE BEATRIZ, de Amadeo Gravino

14x20, 16 pag.

Poesía (2004).

Arte de tapa: Ricardo Rubio.

TANGOS DE OTOÑO, de Amadeo Gravino

14x20, 16 pag.

Poesía (2001).

AMOR EN VUELO, de Amadeo Gravino

12,5x20; 28 pag.

Poesía (2006, Colección Dorada).

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CONTRATAPA

El haiku es uno de los capítulos más sensibles de la literatura japonesa. Adquirió su forma actual a finales del s. XV y debe su nombre definitivo al poeta y ensayista Shiki (1867-1902).
Amadeo Gravino ingresa, con los poemas de Amor en vuelo, al mágico mundo de las imágenes y los sentimientos más sublimes que pueden proveer los haiku, no simplemente desde el paisaje
que se ve, sino también desde aquel que el ojo proyecta. Reuniendo dos voces para un mismo canto, funde sus versos libres a la milenaria estética con un vuelo de amor.

                                                                                                                   Ricardo Rubio

A/PENAS UNA CANCIÓN, de Amadeo Gravino

14x20, 16 pag.

Poesía (2001).

CUADERNO DE TRABAJO, de Amadeo Gravino

Amadeo Gravino

12x21, 28 pag.

Poesías (2007).

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La sapiencia poética de Amadeo Gravino (Prólogo de Graciela Maturo)

Este cuaderno de trabajo de Amadeo Gravino nos sorprende con la variedad de su contenido y la unidad de su mensaje. Contiene anotaciones, poemas breves, citas, aforismos, gotas de sabiduría poética que confirman una vez más su vitalidad intelectual y creadora, y su permanente aprendizaje a través de la poesía.
Quienes  pensamos que el poetizar es un modo de vida y una vía privilegiada de conocimiento, reconocemos con alegría los pasos de un poeta como Amadeo, que en una trayectoria ininterrumpida de más de treinta años ha prodigado los frutos de su percepción, afectividad y ejercicio imaginario a través de poemas, obras de teatro y trabajos críticos. Mientras disfrutaba de sus publicaciones anteriores pude valorar su voz totalmente original, su modalidad personalísima para expresar un dolido y alborozado sentimiento de la vida, su amor por las cosas y los seres del mundo, su nostalgia de otra realidad. Reconocí su temple humanista, fundado en una filosofía del amor que no ha sido incorporada sólo en forma libresca,  pese a sus reconocibles lecturas, sino que se descubre acorde con una intuición despierta, receptiva, atenta a la revelación de cada día. La fruición de lo bello no le impide a Amadeo experimen-tar el dolor de vivir, que su palabra transmuta en ritmo, luz, armonía. Su poesía arraiga hondamente en un sentimiento cósmico que da sentido a la existencia y el canto.
Una nítida voluntad estructural ha agrupado estos textos breves en 5 capítulos, en cada uno de los cuales aparecen aforismos o grajeas poéticas. Los apartados III y V por su parte, son especialmente poéticos: condensan la percepción del instante vivo en breves líneas próximas al haiku por su capacidad de síntesis, o bien conforman totalidades más amplias, centradas en una motivación temática o verbal. Caracteriza a estos poemas su levedad, su movilidad, la capacidad de captar en una imagen lo que confiere gracia a una hora cualquiera, lo que destella en la apariencia común de las cosas. Gravino tiene el don de captar lo bello, lo instantáneo y fugaz de la cotidianidad visitada por la belleza. Lejos de toda solemnidad, él recorre los rincones de la ciudad provisto de una cámara a la manera de Blaise Cendrars, descubriendo ocultas relaciones entre las cosas aparentemente mudas y alejadas. Su poesía es un canto a la vida, una lección de humanidad que reúne lo grande y lo pequeño, lo sublime y lo cómico en su enternecedora condición terrena.
Ofrece también, en esta bella obra, una serie de citas literarias anotadas con el espíritu de una reflexión crítica, que exponen coincidencias o simplemente señalan la apropiación espiritual, por el autor, de cierto legado filosófico. Estas citas, provenientes de otros poetas, o de libros sagrados de distintos pueblos, señalan el bagaje cultural de Gravino pero, más profundamente, nos hablan de la superación del gesto rupturista moderno por un retorno al origen, a la semilla.  Alguien que se identifica con la filosofía del haiku o la de los Vedas, se pronuncia por una visión mágica del mundo y se mantiene al margen del escepticismo o el decadentismo que impregnan gran parte de la atmósfera poética actual. Por otra parte esas citas vienen a coincidir profundamente con la vivencia personal del poeta, que siente el olor del aire, fija el trazo de un pájaro en el cielo, o da cuenta de la  mirada de una muchacha como quien consigna los acontecimientos más fundamentales.
Tal como siempre ocurre en las obras de Amadeo, no es sólo la vida inmediata, o el fulgor de los objetos naturales lo que ha inspirado su expresión sorprendente y certera, sino muy a menudo el panorama amplio de la cultura, la realización estética, la música, la pintura. Es muy interesante observar cómo él va dibujando los escenarios de su propia experiencia, y los motivos de su pensamiento poético. Por otra parte, como todo poeta moderno concentrado sobre su propio quehacer, Gravino nos va dando una poética, una suma de observaciones sobre la poesía, y en especial sobre su poesía, su concepto de la palabra y el arte. Así este volumen se enriquece con el continuo trabajo de una razón creadora que se mira a sí misma en el acto de crear, y se complementa con su propia reflexión, apoyándose a su vez en otras reflexiones. Su poética se ve esclarecida desde una viva inteligencia.
Quiero reiterar finalmente lo dicho sobre el amor en la poesía de Amadeo Gravino. Su intensa afectividad, que valoriza y elige momentos perceptivos e imaginarios, ha entablado un pacto con el misterio real, que impide su apar-tamiento crítico y aún la ironía, hoy tan en boga entre mu-chos poetas. La suya, si existe, queda apenas como un dejo nostálgico que asoma en medio de su despliegue vital, erótico. Tantálico era un adjetivo que usaba en estos casos Enrique Molina. Gravino ama el mundo, y por amarlo él lo comprende y puede cantarlo, aún en medio de la  injusticia de los hombres, la pérdida de sentido que amenaza la vida ciudadana, los errores, las atrocidades. Gravino, guiado por su pertenencia cósmica, que es un modo de la fe, opta abiertamente por la razón poética. Elige la magia del vivir y la confianza en el arte como rumbo de revelación y salvación.
Vista de este modo la poesía, si bien no resuelve, ni aspira a hacerlo, los enigmas intelectuales y las iniquidades morales que acosan al hombre, le ofrecen una respuesta implícita que nutre su sensibilidad y estimula su imaginación, acercándolo a cierta forma de felicidad. El canto, la música, la imagen, el ritmo, son claves en el asedio a la multifacética y esquiva realidad, que hacen posible el paso de la conciencia desdichada a la gozosa conciencia del artista. Eso quería decir el gran poeta John Keats cuando exclamaba: Un hecho de belleza es un goce para siempre.
Al regalarnos este nuevo recado de su sabiduría poética, Gravino nos hace partícipes de un acto de amor, que nos ayuda a  vivir en las horas inciertas de la historia.

Graciela Maturo

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ACERCA DEL AUTOR

Amadeo Gravino nació en Buenos Aires, en 1945. Es poeta, crítico literario y autor de teatro. Sus últimos títulos en poesía son: buenos aires-internet (2000); Como un nocturno de Chopin (2001); Tangos de otoño (2001); A/penas una canción (2001); Crónica del crepúsculo (2002); Del amor y la ciudad (2003), Variaciones sobre Beatriz (2004), Paraísos de la tristeza (2004); Notas de agenda (2005); Leyendas de Troya (2005); Amor en vuelo (2006). Integra distintas antologías. Tiene publicada obra crítica en el libro Papeles dispersos (1996). Estrenó varias obras de teatro: La cautiva; Canciones y poemas con princesa; Opus a Buster Keaton; Tangopoemas x 3; Las aventuras de Macbeth y La trágica odisea del Rey Lear, estas dos últimas, versiones libres de textos de W. Shakespeare.

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Contratapa de Ricardo Rubio:

Amadeo Gravino siente (y sabe) que la palabra es un signo que busca revelar la mirada y su inmediata sensación. Escudriña las provocaciones del medio e intuye; advierte su estado, su deseo, y elige.
La referencia natural o las lecturas, como disparadores, con sus elecciones y rechazos, develan una dirección subjetiva que se hace plena en la imagen y en los corolarios de su atento juicio. Se autentica uno con la alegoría; se sabe todos con su alusión.
En este Cuaderno de trabajo, que es la continuación de los muchos que enriquecen la obra de Amadeo, el amor y la imagen asumen el trabajo motor y buscan el espacio donde el eco del razonamiento sesudo quede resumido a sus aderezos y desde ellos sugiera la emoción y la calidez despojada, la que hallamos en la instantánea de Ungaretti o, como cita Graciela Maturo en el prólogo, en el sabor sublime de los haiku.
De la mucha poesía que asoma en estas composiciones, destaco el clima emocional que provoca un estremecimiento de  espe-ranzada salvación por la belleza.
Ricardo Rubio


LEYENDAS DE TROYA, de Amadeo Gravino

Amadeo Gravino

11x17, 40pag.

Poesía (2005).

Leyenda editorial: Sagital.

PALABRAS COMO FOTOS, de Amadeo Gravino

Palabras como fotos

14x20, 56 pag.

Poesía (1997).

PARAÍSOS DE LA TRISTEZA, de Amadeo Gravino

Amadeo Gravino

11x17, 24 pag.

Poesías (2004). Arte de tapa: Ricardo Rubio.

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Amadeo Gravino (Buenos Aires, 1945) es poeta, crítico literario y autor de teatro. Sus últimos títulos en poesía son: buenos aires-internet (2000); Como un nocturno de Chopin (2001); Tangos de otoño (2001); A/penas una canción (2001); Crónica del crepúsculo (2002); Del amor y la ciudad (2003) y Variaciones sobre Beatriz (2004). Integra distintas antologías. Tiene publicada obra crítica en el libro Papeles dispersos (1996). Estrenó varias obras de teatro: La cautiva; Canciones y poemas con prince-sa; Opus a Buster Keaton; Tangopoemas x 3; Las aventuras de Macbeth y La trá-gica odisea del Rey Lear: las dos últimas, versiones libres de textos de W. Shakespeare

POSTALES DE LA MEMORIA, de Amadeo Gravino

Postales de la memoria, poesías de Amadeo Gravino

11x20, 28 pag.

Poemas de Amadeo Gravino.

POSTALES DE LA MISMIDAD

«La obra [de arte] hace conocer abiertamente lo otro, revela lo otro; es alegoría.» Martin Heidegger («Arte y poesía»)

La poesía, que se nutre de las exaltaciones del ánimo, encuentra en Amadeo Gravino un temperamento llano, abierto, suscitado por la belleza, por las novedades de una disciplina edificada sobre la palabra y por la reflexión, que lo han acompañado a lo largo de cuarenta años de trabajo poético, ensayístico y teatral. Un acopio de virtud canalizado en más de treinta volúmenes de pluma despojada y sutil con la que ha indagado las entrañas de lo sublime, las impresiones de la paisajística ciudadana, la superficie de la piel visible de la materia, la invisibilidad de sus resultantes emotivas y la connotación pasional de nuestra índole gregaria. Como manifestación artística y organismo independiente, el subjetivismo estético abraza su obra poética con acentos de estilo, cuidados verbal y sonoro, y experimentaciones formales.

En estas “Postales de la memoria”, sus alusiones y alegorías recorren el laberinto de la memoria con una nostalgia indemne, evocativa, mayormente alejada de lo dramático, pese a la inexorabilidad que implica el paso del tiempo; una mirada distendida que recuerda los ojos de Moritake, Basho, Ungaretti… No es ocioso destacar que varios de los poemas que habremos de leer en este volumen responden a la preceptiva de haiku, y encontraremos también algunos madrigales.

Toda la obra poética de Amadeo Gravino ha abrazado la imagen sensitiva y ha confirmado la síntesis de cada sensación con un modo y un tono casi orientales, la misma que, pictórica y sensualmente, está nutrida de analogías de color surrealista, impalpables pero impermeables a los excesos de follaje y a toda decoración. Los matices emocionales, los sonidos del pasado, las brujas, las nubes de felpa, las hadas, todas aquellas cosas que se figuraban en la conciencia del yo-casi-otro, tiempo atrás, no son sino los recursos de movimiento del ser en sí a lo largo de los años, a los que la memoria fue envolviendo con lógica justificativa, con resoluciones de la madurez; la comprensión pretende ahora evaluar con mayor justeza, busca ajustar aquellos sueños en los zapatos y produce la proyección sentimental que revive la infancia y la primera juventud, derramándolas en la palabra, palabra con la que vuelve a existir como testigo y parte, su testimonio, como bien afirma en la última línea del epílogo.

Estas postales, que el repaso destaca entre las muchas estrellas del pasado, nos acercan una vez más a la llama creativa de Amadeo Gravino, encendida con la delicadeza de la estampa directa, mágica o surreal, la tan deseada imagen a la que todo poema aspira. De modo que “…los recuerdos de la infancia / poblados de tranvías, / barriletes y promesas: / un mundo mágico”, ahora se yerguen en la palabra impresa.

Ricardo Rubio

AMOR EN VUELO, de Amadeo Gravino

Amor en vuelo, poesías de Amadeo Gravino

14x20

Poesías de Amadeo Gravino.

CONTRATAPA de Ricardo Rubio:

El haiku es uno de los capítulos más sensibles de la literatura japonesa. Adquirió su forma actual a finales del s. XV y debe su nombre definitivo al poeta y ensayista Shiki (1867-1902).
Amadeo Gravino ingresa, con los poemas de Amor en vuelo, al mágico mundo de las imágenes y los sentimientos más sublimes que pueden proveer los haiku, no simplemente desde el paisaje
que se ve, sino también desde aquel que el ojo proyecta. Reuniendo dos voces para un mismo canto, funde sus versos libres a la milenaria estética con un vuelo de amor.
Ricardo Rubio