AL COSTADO DE LA PIEDRA, de Carmen Moreno

14x20, 80 pag.

Poesía (2005).

Arte de tapa y dibujos interiores de Dante Hugo Albarracín.

PUNTOS SUPENSIVOS, de Beatriz Minichilo

Puntos supensivos

12x17, 64 pag.

Poesías (2007).

NOTA PRELIMINAR, por Fernando Sánchez Zinny:


Palabras preliminares

Ocurre que los poetas nunca hacen sino un solo libro, tímida propuesta de ser un día –si Dios o sus sucedáneos quieren– el imaginado y ansiado Poemas, Obra Poética, Poesías completas, etc., compilación de la cual las sucesivas entregas constituyen los cuadernillos que en su momento habrá que coser y encuadernar. Beatriz Minichillo, entonces en trance, quizás, de excesiva juventud sintió el llamado y abordó hace años esa tarea larga, para abrir ante sí, al hacerlo, un inmenso horizonte de aspiración y humildad. Pero tal vez a la espera de impulsos decisivos, de experiencias esclarecedoras, o indicios favorables, se apartó enseguida de esa visión y dio la espalda no a la poesía pero sí a su propia posibilidad poética. Con alegría tuvimos después noticias de que el paréntesis había concluido y de que la caravana se disponía a reanudar viaje. Sin que nada se nos dijera supimos de ese modo que ni los antiguos versos morirían sin dejar rastros, ni las conversaciones reveladoras se perderían en los arenales del olvido, ni las afinidades del alma serían partes indiferenciadas del viento que nos trae y nos aleja.
Ella ha querido poner mi nombre junto con los de Julio Bepré y Constantino Mpolás Andreadis entre los de quienes propiciaron ese regreso a la comarca de la vastedad sin límites y mucho se lo agradecemos, los tres y cada uno de nosotros en particular, en lo que a nosotros toca, por supuesto, y también en nombre de muchos otros afectos coincidentes en ese impensado sostén fraternal, a no dudarlo traducido en charlas, en consideraciones, en proximidades que contribuyeron a exorcizar los demonios de la contención y del escepticismo: de veras se lo agradecemos, pues no es poca cosa enterarse que se ha acompañado a alguien a hallar su destino, que se ha actuado siquiera casualmente en agente de un renacimiento en que vive toda la plenitud que el tiempo decanta en uno.

Beatriz Minichillo ha vuelto, menuda como antaño e igual de delicada y distante. Nada transcurre en vano y mucho menos la incertidumbre. Quien era sigue siendo pero ahora suma a su voluntad de gestos y silencios el aprendizaje sutil que se encuentra a la vera de los caminos. Les pasa a los poetas que el ritmo madura en música y la tensión del anhelo en profundidad reflexiva, deslinde en que las descripciones se tornan tibias y morosas y la morosidad exhala un aroma en el que se concentra toda la sabiduría descendida, toda la irrefrenable nostalgia que origina comprender. Esta transformación que suele sobrevenir en medio del canto, en su caso nos ha sido vedado contemplarla y se nos ofrece hoy como simple circunstancia personal, en la que acaso no repararíamos si no fuese por la especial relación que nos vincula con la autora.

Por lo mismo, es probable que la presente acotación carezca de validez última y sólo la justifique el cariño de encuentros añosos, no obstante su verdor. Por lo demás queda la sugerencia implícita en los “puntos suspensivos…”, válida como promesa de que el afán continúa y de que la voz recuperada se dispone a persistir, ahora al amparo de otras palabras ilustres llegadas por el cauce de un río que nunca se secará. Las referencias al respecto son claras y precisas: un pájaro ha detenido su vuelo en el costado azul de la ventana; el amor existe como recuerdo que no morirá hasta que muramos, que es inasible eco de la voz, en tanto una sonrisa es madreselva, es sol, es ausencia y la mirada parece corresponder a la de un perro perdido.
Señales que bastan para acreditar que no hay en esta poesía sino la agobiadora lealtad que obliga a la rebeldía. Betty es la que es y no hace lo que hay que hacer sino lo que debe hacer. Mentores y talleres son, en un punto ya cercano al retorno, apenas residuos de lo ajeno y como la poeta sabe esto muy bien nos advierte, con consciente mansedumbre, que “no estaría mal alguna disculpa / alguna galletita con sabor a vainilla…”

Pero al expresarlo ya se ha ido, necesaria, forzosamente, hacia la vida que sigue: “Una niña con moños / me tiende los brazos / y me voy tras ella.”
Como dijimos, nada es en vano.

Fernando Sánchez Zinny

DIARIO DE ABORDO: LIBRO DE BITÁCORA, de José Martínez-Bargiela

Diario de a bordo: libro de bitácora

13x19, 24 pag.

Poesías (2002).

José Martínez-Bargiela

El poeta gallego José Martínez-Bargiela escribe cuento, novela, ensayo y traduce obras literarias del inglés. Su obra es el resultado de una limpia espontaneidad creadora, una cosmogonía reflexiva que brota de caminos recorridos, que son muchos, y la atención aguda, no sólo resumida por los roces particulares, sino también por los sucesos sociales. La actitud templada y la profundidad de análisis, innatas o intuitivas, le permiten aislar cada momento, reduciendo el fenómeno a su estricta esencia, y presentarlo con una nitidez casi material desde un ángulo sorprendentemente lúcido. José Martínez-Bargiela reúne las condiciones que son fundamentales para andar la poesía: la necesidad, la intuición y el talento, incontingentes de la función poética. El trabajo constante en la manifestación más pura de una lengua, que es la poesía, se ve enriquecido por la amplitud de su lenguaje: un castellano que carga con todo su caudal de formas y significantes, sin desvirtuar su esencia por influencias de lenguas traducidas.

Las actitudes y comportamientos de las relaciones sociales lo preocupan. Entrevé con facilidad las redes simbólicas de la hipocresía, pero también la amable y dilatada perspectiva de muchos hombres y el escueto camino que algunas veces los enfrenta a la imposibilidad. Pero no concilia ni con lo profético ni con lo onírico, indaga libre de imitaciones serviles, crea un camino propio entrando de frente a las paradojas de los lazos y las dudas. Por eso dice:

Un artista no sólo es libre cuando renuncia al público masivo, un verdadero artista necesita ser un grande y honorable ser humano. Tal es el caso de José Martínez-Bargiela.

De su obra poética:

Poemas al sur de Finisterre

Poemas al este de nuestras rías

Los restos de un cometa

Faros de luz y sombra

En tránsito de lunas

Responso para una balada

Réquiem para un canto patagónico de ausencia

Buenos Aires vertebral hacia los puertos

Travesía atlántica de un imaginario poeta negro

Máscara de los Andes

Hojas de palisandro

Los ávidos laureles

Fragmentos de la noche

El escultor

Abismo de ausencia, entre otros.

ASTILLADO, de Daniel Gayoso

Astillado

14x20, 64 pag.

Poesías (2002).

ROMPIENDO HACIA LA LUZ, de Cristina Duje

Maria Cristina Duje

14x20, 64 pag.

Poesía (2004).

LIMINAR, por Andrés Utello

Estamos viviendo tiempos extraños y acudir al poema, se impone como una tradición iniciática capaz de convertirnos en hombres. Esta máquina de la posmodernidad tiembla ante el poema, sufre ante el poema, se desnuda ante el poema.

Esta razón de ser, de existir, reformula su Nada ante el poema, porque éste lo averigua, lo lleva hasta los límites de las cosas, lo libera.

Celebro un libro de poemas. Celebro con alegría que Cristina Duje nos entregue este libro donde, en un clima de profunda sensualidad, nos habla de sus miedos, sus deseos y sus luchas. Fecundas imágenes y certeras apreciaciones de los símbolos son esenciales en este poemario resuelto rítmicamente y poblado de exquisitas imágenes poéticas. Mucho elemento líquido, mucho grito buscando la mañana, mucha soledad rondando por la casa.

A esta altura del mundo y cuando se acercan los sitios donde intentaremos despertar, se hace necesaria la poesía y con ella celebrar este libro de poemas, «Rompiendo hacia la luz», que desde la serranía de su Villa Dolores natal, con la presencia de sus pájaros y sus colores, de su polen y su misterio, nos invita a esta experiencia y nos embriaga.

Andrés Utello, Junio de 2004, San Marcos Sierras, Córdoba.

AMOR EN VUELO, de Amadeo Gravino

Amor en vuelo, poesías de Amadeo Gravino

14x20

Poesías de Amadeo Gravino.

CONTRATAPA de Ricardo Rubio:

El haiku es uno de los capítulos más sensibles de la literatura japonesa. Adquirió su forma actual a finales del s. XV y debe su nombre definitivo al poeta y ensayista Shiki (1867-1902).
Amadeo Gravino ingresa, con los poemas de Amor en vuelo, al mágico mundo de las imágenes y los sentimientos más sublimes que pueden proveer los haiku, no simplemente desde el paisaje
que se ve, sino también desde aquel que el ojo proyecta. Reuniendo dos voces para un mismo canto, funde sus versos libres a la milenaria estética con un vuelo de amor.
Ricardo Rubio