Poesía (2012).
La Luna Que Nº 11:
Arte de tapa: Daniel Rodolfo Russo. Poemas de Ricardo Rubio, Daniel Rodolfo Russo, Carlos Kuraiem, Alejandro Prieto, Nacho Menón y Emilse Anzoátegui.
La Luna Que… Nº 13:
Número dedicado a la poesía de Carlos Kuraiem. El título se corresponde con una canción de su autoría que solía cantar por entonces.
La lLuna Que… Nº 9:
Daniel Rodolfo Russo – Ricardo Rubio – Norberto Zuliani – Carlos Kuraiem.
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La Luna Que… Nº 10:
Adelanto del poemario «Pasaportes en un cajón de luz» que editaría Daniel Rodolfo Russo en el mes de abril de 1983, bajo Ediciones Leyenda.
Poemas (2011). Arte de tapa de Walter Di Santo.
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PRÓLOGO de Rafael Felipe Oteriño:
EL PODER ALADO Y SAGRADO DE LA POESÍA
El vocablo griego apeiron está íntimamente ligado a la poesía de Alfredo Maxit. No porque esta poesía exprese las condiciones de indeterminación propias del significado de dicha voz, sino por la decisión de oponer a lo indeterminado el poder edificante del lenguaje. Gracias a dicha condición, es posible saber de su lucha por conquistar zonas de inteligibilidad allí donde hierba, alas, sol, pájaro tienen su dominio y la mente persigue las ondas del sentido. Los poemas son destellos y vislumbres que, al tiempo de la lectura, se convierten en conquistas del espíritu en el proceso de echar luz sobre lo conocido/desconocido que nos rodea. De ahí el carácter reflexivo que ellos tienen, rodeados por los silencios significativos de los espacios en blanco de la página. De ahí las palabras aisladas y los tropos léxicos de invariable sabor semántico. Es que las manifestaciones de la vida, la muerte, el paso del tiempo, la arrolladora duración, no ceden fácilmente a la nominación y sólo se expresan de manera figurada. En este caso, proyectadas en imágenes que, a modo de preguntas incesantes, van conformando el friso de la vida vivida y de la vida presentida: lo que fuimos, lo que somos, lo que se abre y se cierra sobre nuestras cabezas.
Es una poesía en la que el ojo supera al oído y no es extraño que así sea. Porque Alfredo Maxit es un poeta del pensamiento y de la reposada meditación –también lo es de su otra cara: la del dramatismo interior- queriendo decir con esto que se vale del verso como instrumento para ir más hondo y más lejos. Su capacidad para poner al descubierto la condición reveladora de la palabra poética lo muestra como un laborioso explorador de lo indecible. Cada vocablo tiene cabida en el poema por su sonoridad, pero rápidamente se convierte en el haz de luz que busca indagar la huella de lo indeterminado. Hay un poema en el que la introspección, casi al borde de lo críptico, es -con su trasfondo letrado- una puesta en acto del pathos del autor. En apretadas cinco líneas –enriquecidas por la doble ocasión de la palabra cayó (cayó de caer pero abierta asimismo a la dimensión del silencio)–señala el rumbo de la peripecia humana: El árbol del saber cayó los frutos,/ el regio Edén dejó fuera de sitio/ al hombre, la mujer confusos/ de sucedido o sueño.// Heridos de original nostalgia (“Herida”). El poema muestra la aspiración al conocimiento, seguida de la mortificación que sobreviene a la búsqueda, calificada por el extrañamiento producido por aquello que, paradójicamente, nunca es alcanzado. No se trata de la herida del sujeto-persona-física-individual, sino de la rilkeana asunción de lo propiamente humano en tanto que límite. La serena aceptación de ese límite y su armonización con las cosas creadas e increadas. Los veintitrés poemas que integran el libro contienen, de este modo, la intensidad verbal de un poeta que ha hecho de la escritura de poesía su conmovido “estar en el mundo”.
Rafael Felipe Oteriño
Poesía (2011). Arte de tapa: Alicia Yokoi.
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PALABRAS PRELIMINARES (por Susana Lamaison)
Envuelto en otoño es el primer libro de poemas de Juan Carlos Molinuevo. No podríamos encontrar un ejemplo más ajustado al principio freudiano de la curación por la palabra.
Es una enorme satisfacción y al mismo tiempo una delicada responsabilidad introducir este libro porque me une a su autor una sincera amistad que se inicia en los encuentros de Taller Literario donde él comienza a hacer sus primeras armas.
Tal vez porque las circunstancias me permitieron aproximarme a sus sentimientos puedo atreverme a hablar de esta obra en donde Juan Carlos plasma en palabras su profundo dolor. Resulta paradójico compartir momentos de alegría en los que se muestra suspicaz, jocoso, festivo, agudo, afectuoso, cuando una pena antigua le orada el alma hasta casi la propia destrucción, y es por la búsqueda sostenida de la poesía como medio de expresión insustituible, que va a encontrar el modo de comenzar a convertir el agudo pesar en palabra a la que ya nada podrá borrar y que quedará como visión de lo que no podemos pensar, ni queremos aceptar, ni es posible comprender, pero que nos ha sucedido y ha permanecido contenido en el alma, comprimido, entre guardado y atesorado, y temido y adorado como a un Dios en un altar.
De una manera simple, en el terreno psicoanalítico, lo diabólico se metaboliza y luego se simboliza. Aquí la simbolización está en la palabra poética. Como un trueno cae la mayor desgracia, la que atenta contra la norma universal por la que el hijo debe enterrar al padre, y el padre, atravesado de espanto y de sufrimiento, escribe, poetiza, y va pudiendo decir y así rever, y cuestionarse y analizar y acercarse y tomar distancia para poder elaborar lo que no es pasible de ser – en un principio – ni nombrado.
Hay en estos hermosos poemas campos semánticos que remiten a la muerte a través de un espontáneo empleo de la palabra y que surgen de distintos ámbitos. Cada una con sus bisemias, dignas de ser desmenuzadas minuciosamente:
– naufragio, astillas, niebla, bruma, silencio, abismo
– noche, miedos, insomnio, vigilia, luna
– pasos, sombra, fantasma, duende, ángel
– caverna, pantano, camino, río, laberinto
– pasado, otoño, el después, eternidad
– reloj, sal, cristal, espejo
El buitre y, en categórica contraposición, la rosa que cultiva con sus propias manos, y que enlaza afectos distintos, todos vínculos amorosos, desde la novia, la madre, la abuela y el ausente.
Se percibe en este poemario una búsqueda incesante de la poesía, del poema, del verso, y plantea hasta un tratamiento de la poesía como mujer a la que seduce, ama y hace parir versos. El poeta desea ser verso… En verdad hay un grito de auxilio en el hombre que se esfuerza por hacer palabra su sentir, por dejar constancia de su padecer, por expresar lo que ya han hablado por él sus lágrimas, sus sucesivos padecimientos físicos. Los ojos que no querían ver, el corazón que no quería latir, el otoño amenazante que lo envuelve.
No me cabe a mí destacar los méritos literarios de esta sentida obra poética para no caer en la repetida exaltación elogiosa de un prólogo más, y porque, ustedes, lectores, lo van a poder apreciar sin intervención mía ni de nadie. Sí entiendo que me corresponde reconocer el satisfactorio progreso experimentado en los años compartidos y celebrar el maravilloso poder de la PALABRA y de la POESÍA, para canalizar los dolores que todos llevamos y también para destacar las bellas cosas con que la vida nos premia. Unas y otras nos hacen personas.
Susana Lamaison
Novela (2006).
Arte de tapa: Hernán Grosso (fotografía de Laura Rubio).
Director: Raúl Pérez Arias. Número dedicado al Bicentenario Argentino.
Nº 4 – Marzo de 2010.
Arte de tapa: «La Vicenta», pintura de María Rosa Crivelli.
Poesía (2005).
Arte de tapa: Elena Ustrell (óleo).
Novela (2008).
Arte de tapa de la autora.
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NOTA PRELIMINAR, por Alicia Digón
¿Cómo se puede empezar a hablar de esas tormentas interiores que muchas mujeres ni siquiera se animan a confesárselo?
Esta novela -la primera de Estela Herrera- hace la apuesta: y lo logra. Nos mantiene hasta el final mirando cómo distintas señales se dan cita en la noche de la incertidumbre, del desencanto y, muchas veces, de ese horror del que no se puede escabullir el ser humano.
Aquí se dan cita esos sentimientos que dejan huellas. Aquí convergen esas latitudes de mares que no tienen coordenadas para encontrarse estrellándose unas contra las otras para chispear en medio de las tormentas.
Intentemos ingresar a este mundo que, por insólito, no deja de ser menos real.
Alicia Digón
Sociedad Argentina de Escritores (SADE) Filial Oeste Bonaerense
Revista Literaria Trimestral Nº 1 – SEP/2007.
En este número: Irma Garone, Susana Lamaison, Gabriela Antón, Norberto Alessio, Juan De Biase, Olga Ferraguti, Carlos Kuraiem, Osvaldo Hueso, Juan L. Ortiz, José Antonio Panizzi, Enrique Sandri, Elsa Gervasi, Jorge Hirsch, María Angélica Cabanillas.
Dirección: Ricardo Rubio
Cuentos (2010).
Arte de tapa de la autora.
Cuentos que obtuvieron el Primer Premio Nacional Iniciación Prosa 1987, otorgado por la Secretaría de Cultura de la Nación (Ed. 1988).
Leyenda editorial: La Luna Que Se Cortó Con La Botella (L.L.Q.S.C.C.L.B.)